Sandra Villegas Taborga[1]
Bolivia ha vivido cinco procesos electorales entre mayo y agosto de este 2008, eventos que se han realizado en medio de la situación enfrentada entre el gobierno nacional refrendado con el 67% de aprobación al mandato presidencial de Evo Morales y la oposición, representada por 4 prefectos también ratificados por el voto.
La incertidumbre respecto a la resolución de la crisis política en el país está latente, alimentada también por la información polarizada brindada por los medios de comunicación, de los cuales el más cuestionado por la ciudadanía es la televisión.
El análisis de la cobertura informativa de los noticieros de televisión que efectuó el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM)[2] en mayo y junio de 2008 sobre los Referendos por Estatutos Autonómicos en Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija demostró que hubo una agenda mediática supeditada a la agenda política así como la contraposición de dos tipos de discursos polarizados de acuerdo con el alineamiento mediático a favor o en contra de los referendos.
Cuando uno escucha dos versiones diferentes sobre un mismo hecho, le queda la duda de cuál será la verdad y quién la dirá, quedando la incertidumbre como consecuencia lógica.
Poca idea podrá hacerse un ciudadano de lo sucedido con las informaciones de los medios y el desconcierto trasciende las fronteras para el boliviano que vive en otro país.
Lo evidente es que las noticias según el canal (privado o estatal) que se elija mostraron dos caras de la moneda, dos “realidades” totalmente diferentes.
Varios canales de televisión privados resumieron las jornadas electorales así: “éxito y tranquilidad de la jornada democrática” o “la contundente victoria del Sí en rechazo al gobierno”. Los hechos de violencia suscitados, en especial el 4 de mayo, fueron calificados como “aislados”. En el otro extremo, en la televisión estatal (Canal 7) el primer referendo fue calificado como “consulta ciudadana” y su realización como “rotundo fracaso”, a la vez que la participación en la votación fue descrita como “alto ausentismo”.
El discurso sobre la legalidad y derecho democrático de las regiones a través de los referendos (canales privados) contrastó así con el relativo a la ilegalidad y el fraude “organizado por los cívicos y prefectos” (canal estatal y un par de canales privados afines de alcance local).
El espectáculo primó en las coberturas porque los heridos, la violencia y los sucesos inciertos fueron magnificados para hacer noticia. Un ejemplo para muestra: mientras la mayoría de los canales privados anunciaban la detención de Amadeo Amorin (presentado incorrectamente como Viceministro) por portar material electoral en un vehículo junto a otras dos personas, el canal estatal explicaba que Amorin había encontrada papeletas marcadas con el Sí y las levaba ante la justicia como prueba del fraude organizado por en el referendo en Santa Cruz. Luego de hacer seguimiento al hecho se supo que no era un viceministro sino un ex funcionario de gobierno (error de los canales privados); sin embargo, llamó la atención que en noticias posteriores se habló de escándalos desatados por diputados de la oposición en los juzgados, que los procedimientos judiciales fueron obstruidos y que Amorin habría gozado de protección por instrucciones del gobierno.
Las imprecisiones de este tipo fueron magnificadas por la difusión de información no confirmada como la muerte de un anciano (4 de mayo) como producto de enfrentamientos de jóvenes de la Unión Juvenil Cruceñista y adherentes del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) en el Plan Tres Mil. El Canal 7 mostraba al Ministro de Gobierno, Alfredo Rada, brindando amplias explicaciones sobre el hecho y anunciando investigaciones posteriores, minimizando el fallecimiento hasta evaluarlo. Sin embargo, luego se supo que el anciano falleció por causas naturales. En esa misma fecha, un canal privado anunció la muerte de dos niños como resultado de la violencia desatada, pero este hecho nunca fue confirmado.
Mientras Canal 7 deploraba la participación de una niña de 14 años como jurado electoral, PAT y Bolivisión anunciaron la detención de 30 jóvenes unionistas como noticia de último momento, situación que no se desmintió al comprobarse que no había sucedido tal hecho.
Los canales privados UNITEL y RED UNO minimizaron los cabildos organizados en El Alto y Cochabamba en contra del referendo cruceño y Canal 7 habló de “multitudinarias marchas y movilizaciones”. ¿A quién creerle? Lo cierto es que las verdades se dijeron a medias, se maximizaron o minimizaron según el lente con que se miraba, elaboraba y difundía la noticia.
Volviendo a los resultados generales para las fuentes informativas, el estudio del ONADEM identificó que existió un 51% de fuentes que apoyaban a los referendos, un 32% que los cuestionaban, un 11% de fuentes más imparciales y un 6% de fuentes sin identificar.
Como parte de la cobertura, sobre todo en los canales, se invitó a diversos personajes (78 en total) como “analistas políticos” –en su mayoría varones– para evaluar la coyuntura. Sin embargo, muchos de ellos no guardaron el equilibrio ni la distancia necesarios para evaluar, orientar o complementar la información proporcionada. También los discursos de los comentaristas y analistas se alinearon a favor o en contra de los referendos; escasos fueron los mensajes conciliadores que convocaron al diálogo y la concertación.
Los aciertos
Varios medios trabajaron en red para optimizar recursos y potenciar su impacto. Los despliegues técnicos de la TV privada mostraron importantes innovaciones en materia de escenografía, tecnologías, desplazamientos para contactos en directo y presentación gráfica de resultados.
La excepción —presente en algunos medios y en pocos momentos— fue la cobertura informativa plural, equilibrada, con la presencia de analistas y fuentes que expresaran la variedad de puntos de vista y reflejaran la complejidad del tema.
Pero además del discurso, la parte técnica y el despliegue humano y tecnológico de las coberturas informativas probó haber avanzado positivamente. Los equipos de prensa trabajaron con al menos 6 periodistas y destinaron de 3 a 4 unidades móviles con corresponsales desde el lugar de los hechos; hubo un promedio de 5 despachos desde áreas rurales y 4 desde barrios fuera de los centros urbanos. Las cadenas nacionales de televisión retransmitieron en directo desde sus estudios en Santa Cruz, La Paz y Tarija con permanentes contactos con Cochabamba, Oruro, Trinidad, Cobija y Sucre.
A su vez, algunas redes de televisión trabajaron con empresas encuestadoras: IPSOS, Apoyo, Opinión y Mercado (ATB); Equipos Mori (UNITEL); Captura Consulting (PAT); y Focaliza (Red Uno).
En síntesis
La cobertura informativa televisiva fue sesgada, poco plural en cuanto a temas, fuentes y posiciones. No existió equilibrio informativo, se apoyó o cuestionó explícitamente los referendos.
Se puede decir que no se utilizó un lenguaje que haya contribuido a que la gente pudiera comprender la complejidad de la composición de la sociedad boliviana actual, sino que más bien se llevó a simplificar las posiciones de la población usando el esquema protagonista-antagonista en la construcción noticiosa.
La cobertura periodística, en líneas generales, no contribuyó a dar insumos noticiosos y de análisis para que la población reciba una información plural y precisa que le permita tomar decisiones y formar su criterio libremente sobre un tema de interés público.
[1] Coordinadora Metodológica del Observatorio Nacional de Medios (ONADEM).
[2] Una iniciativa de la Fundación UNIR Bolivia y la Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación (ABOCCS) desde abril de 2006.